Los acontecimientos trágicos de una nación, no son actos incidentales,
ni bruscos e inesperadas manifestaciones que pueden presentarse en un
momento cualquiera, estos son la resultante natural de fenómenos
aislados que vienen acumulándose sigilosamente en la vida diaria y cuya
conformación sufre el efecto destructor o violento al conjuro del motivo
básico que encubierto, aprovechándose de ellos, causa el estallido.
En España al estudiarse su panorama siniestro, quiere darse como punto
de partida el asesinato del valiente líder Calvo Sotelo. No es cierto.
Ya hacía mucho tiempo que esa nación sufría de febril agitación causada
por regímenes izquierdistas, que revolucionando en sus diversos aspectos
minaban silenciosamente sus corrientes básicas.
Rebeliones aisladas, masacres, asaltos, heridos, actos de
irrespetuosidad para el Ejército, volantes contra la Iglesia y el Estado
y la culminación de las elecciones que dejaron infiltrarse en la
constituyente en crecido porcentaje de elementos izquierdistas que
marcaron el fenómeno siniestro de su vida republicana.
La única fuerza que rivalizaba con esas anomalías estaba formada por la
Falange Española, esto es, por fascistas por temperamento y patriotismo
que seguían la valiente y atinada dirección de su líder Primo de Rivera.
Esta fuerza tuvo que soportar los embates de sus enemigos del poder
central, la indiferencia de las clases acomodadas, el abstencionismo de
muchos que presentían el desequilibrio y, por último, la irónica abulia
de los institutos armados que creyeron con sus armas poder ahogar
oportunamente todo intento subversivo de los derrotistas.
En esta lucha desmedida, interminable, Primo de Rivera no fue bastante
comprendido, fue escarnecido, encarcelado, atacado alevosamente y sus
legiones fascistas sometidas a la impotencia e inacción mientras por
otra parte se acrecentaban combativas las fuerzas izquierdistas, que ya
sin ese dique, se entregaban a mayores excesos.
Fatalmente el tiempo todo lo aclara, todo lo cancela, todo lo liquida y
en los momentos de sangre y lodo en que se debate España, nublado su
claro y límpido cielo, por una sombra fatal, las miradas se dirigen
auscultantes sobre esa Falange española que aún diezmada ha tomado su
puesto de patriótica defensa nacional y sobre ese líder que no fue
valorizado a tiempo, hoy se eleva a los masacrados por estas vandálicas
hordas izquierdistas.
Eso sucede en España, los acontencimientos están latentes, como una
herida mortal y lacerante, que sólo nos arranca sentimientos de espanto e
indignación, amargura y desconcierto.
Si de las lecciones vividas nos dice la Historia que hay que tomar sus
lógicas y enseñanzas, debe servirnos de clarinada a esta nacionalidad
peruana sacudida por iguales fenómenos, que aunados y protectores sólo
deberán fijar su mirada hacia el Partido político constructor que sirve y
servirá de valla en iguales condiciones en que los agentes de Moscú
prosiguen su tarea ya empezada en nuestra patria, entidad que todos
conocen: LA UNIÓN REVOLUCIONARIA.
Que no nos pase lo que en España; que preveamos lo que después será
tarde y duro remediar y que el recuerdo de un líder español sacrificado,
una Falange española diezmada y conmovida, despierte a los apáticos, a
los abúlicos, a quienes tiemblan y dudan, en fin, a los que tendrán que
lamentar en carne propia su decisión.
PERUANOS: LA UNIÓN REVOLUCIONARIA ESTÁ EN PIE.
Carlos García-Rossel.
Diario Acción, 6 de noviembre de 1936.
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